domingo, 24 de julio de 2016

Arboleya
Cuando viene el carro de Arboleya hay que ponerse contra el viento…
-Mismo. Sentís el olor antes de verlo…
Era así. Creo que él no era “muy cuidadoso de su persona”, pero hay que comprender que ni él, ni él carro, podrían oler bien. “Le pertenecía” al oficio el oler mal. El carro estaba toldado con bolsones de lana viejos, medio quemados de remedios de curar ovejas. La grasa lo había como encerado. Y en él ponía todo lo que compraba, que eran los deshechos de las estancias. Cueros de epidemia, tajeados o mal curados, garras, descascarreo. Sobrantes de grasa que las peonas iban echando, colada a colada, en latas pringosas, derrites que ranciaban. Huesos. Bolsitas de yel para los curanderos…
            Él vestía unas bombachas sujetadas con un cinto, ancho de un jeme, que bajaba desde los riñones al nacimiento del vientre, con lamparones de grasa y manchas de toda laya. Calzaba alpargatas tajeadas en el empeine, redondo como una galleta.
            Algún curioso, observando la carga, preguntaba a veces:
            -¿Pero dónde colocás eso, Arboleya?
            Y él respondía:
            -En el pueblo… El pueblo es como el chancho: aprovecha todo…
            -¿Pero en qué?
            -Si te digo que los güesos van a parar al azúcar y de las garras hacen “vernís”, te reirás…
            Entraban a conversar y entonces el curioso aceptaba que el negocio de Arboleya sería sucio, pero era bueno.
***
            En un cajoncito ponía lo de vender o cambiar. Prefería el trueque a la compra-venta. Las cosas de vender se las proporcionaba el Turco Navidad. Eran cosas para mujeres casi todas. Prendedores, guardapelos. Polvos y cremas para la cara. Santitos.
            En la orilla del pueblo tenía el rancho y un galpón de latas abiertas para guardar el carro.
            En el campo, en verano, acampaba en cualquier lado. En invierno, en los galpones de las estancias o en el depósito del almacén de Alves, término de su viaje.
            Hasta el día que resolvió cambiar de recorrido, para no “limpiar” muy seguido a sus proveedores.
            Fue cuando llegó por el camino viejo de Carapé a lo de Rosas, que tenía almacén y “compra de frutos”. Allí encontró el rastro de Méndez. Dio con él y esto le trajo cambios grandes en su vida.
***                                                                                                                                  
Con Méndez eran más que amigos. Se consideraban hermanos. Un día, sembrados por la vida, lejos uno del otro, se perdieron. Ahora, después de veinte años, se encontraron.
Hijos de peona los dos. Juntos habían crecido, mientras las madres lomeaban en las cocinas de las estancias o lavaban en el arroyo. Un día la madre de Arboleya se fue con un contrabandista y no se supo nunca más de ellos. Él quedó con la madre de Méndez, hasta que a la pobre la llevaron al camposanto. Méndez fue a dar con un herrero vasco, más bueno que el pan. De aprendiz, de cocinero y “hasta de asistente” porque el vasco, una vez al mes, iba al boliche y hasta que no estaba borracho neto, de caerse al suelo, no dejaba de tomar. Entonces Méndez, ayudado por el bolichero, lo cargaba en el carrito de pértigo y tocaba para la herrería.
Arboleya quedó solo en la estancia. Y como “no era responsable de nadie y nadie de él”, se fue al pueblo. Hizo de todo. Hasta dar con el negocio que tenía ahora.
Méndez cambió de pago y ya no se encontraron más. Hasta ahora.
***
Méndez se había casado. Era dueño de una herrería, una chacrita y padre de un niño. Estaba afirmado en la vida.
***
Después del encuentro, empezó una nueva vida para Arboleya.
Llegaba al almacén, dejaba el carro, se ponía en manos del barbero, levantaba una muda nueva y vestía un traje de sastrería, que depositaba allí, cuando regresaba. En invierno se bañaba en un viejo baño de ovejas; en verano partía hacia el arroyo.  Se cambiaba y regresaba que era “un tendero o un violinista de bien vestido”. Entonces se iba a lo de Méndez. Pasa allí cinco o seis días.
La felicidad de Méndez, la amistad caliente que le demostraba, aquellos “hermano” con que llenaba su conversación, le conmovían. La mujer le había despertado una ternura que nunca conociera y el “machito”, cuando él llegaba, le seguía por todos lados como un perro.
-Estando yo, no tiene ni padre ni madre- decía Arboleya feliz.
Lo paseaba a caballo, lo sentaba en la falda y le contaba cuentos de animales, inventaba aventuras y viajes por lugares extraños para entretenerlo. A veces le llevaba al almacén y lo vestía de pies a cabeza. Una vez le compró un traje de marinero. Fue cuando le tuvo que explicar lo que era el mar.
-Se lo expliqué… Y eso que nunca lo había visto… ¡Tava obligao!
Si le preguntaban por qué no se casaba, respondía:
-¿Pa qué?
-Pa tener casa, familia.
-¿Quiere mejor familia que la de Méndez?
-Bueno, pero…
-¡Esa es mi familia! Ella es buenísima. Él es un hombre especial y el niño no le digo nada… Me caso y a lo mejor me sale una quiebra-frenos y de hijo un pasmao… Pa mi esa gente es todo…
***
Estaba al término del viaje, cuando supo que Méndez era muerto hacía días. Fue una noticia que lo dejó sin habla. Saltó al carro y empezó a castigar los caballos como un loco. Al anochecer llegó a las casas.
***
Frente al rancho, vio la mancha negra que formaban la madre y el hijo. La ropa negra, el silencio y la inmovilidad, les fundían en una sola figura que iba juntándose con la noche.
Arboleya bajó del carro, con su olor a grasa rancia, a creolina, su barba de veinte días, las alpargatas deshechas, los dedos pisando tierra.
Ya sobre la mujer y el hijo se quedó sin saber qué decir, abrumado por aquellas presencias que tenían sobre sí la muerte del amigo.
La mujer se levantó lentamente, le estiró la mano muerta y se puso a llorar suavemente. El niño se apretaba contra ella, la cara fundida en el merino negro de la pollera. Luego se dio vuelta hacia la casa.
-Voy a buscarle el mate – dijo.
Y ya sobre la puerte:
No lo hago dentrar porque estoy sola…
Arboleya se acercó al carro. Se apoyó sobre las varas y se puso a llorar. Tenía la seguridad de que Méndez, al irse, se había llevado la mujer y el hijo y lo había dejado solo…

Más solo que antes, cuando era solo y no lo sabía…

domingo, 3 de julio de 2016

Trabajo externo sobre Gabriel García Márquez
       Consigna número uno:  Busca información sobre la vida y obra de Gabriel García Márquez, selecciona los datos más importantes y realiza una producción escrita de no más de diez renglones
Consigna número dos: - Lee el cuento “La siesta del Martes".
 -Construye y redacta el argumento.
                                                       -Busca,en el texto, citas en donde se de información acerca del          tiempo y el espacio en que se desarrolla la historia.
                                                        -Realiza la caracterización del personaje femenino.
                                                       - Explica qué provoca el calor en el lugar al que llegan la mujer y la niña.
                                                        -Busca, en el cuento un recurso literario de los  trabajados en clase y  explícalo.
         Consigna número tres: - Lee el cuento “Un día de estos”, 
                                        -Construye y redacta el argumento.   
                                                   -Realiza la caracterización del dentista mediante un dibujo que lo                                                            represente.
         Consigna número cuatro: - Lee el cuento “Espantos de agosto”.
                                              -Realiza un glosario con las palabras que no entiendas.   
                                             -Construye y redacta el argumento del cuento.
                                             -Lee las siguientes afirmaciones e indica si son       
falsas (F) o verdaderas (V). Justifica las falsas.
         La familia llegó a Arezzo un poco antes del mediodía.
         La pastora de ovejas le dijo a la familia que el lugar espantaba.
         La familia almorzó y cenó en el lugar, pero no se quedó a dormir.
         Al igual que el personaje Kassim del cuento “El solitario”, Ludovico del cuento “Espantos de agosto” mata a una mujer.
         Miguel Otero Silva le dice a la pareja que el espectro de Ludovico deambulaba todo el día por el lugar.
         El castillo poseía tres plantas, el dormitorio de Ludovico se encontraba en la segunda.
         Lo que le llama la atención al narrador personaje es el olor a fresas frescas que había en la cocina del lugar.
         La pareja despierta en el cuarto de Ludovico.
         Consigna número cinco: - Lee el cuento “Ladrón de sábado”  
                                            -Construye el argumento mediante una secuencia de no más de tres imágenes o mediante una historieta de no más de tres viñetas.    
                                         - ¿Por qué crees que el cuento lleva el nombre “Ladrón de Sábado”? Explícalo (para ello puedes tener en cuenta la clasificación de título trabajada en clase).
         Consigna número seis: - Lee el cuento “El ahogado más hermoso del mundo” y elige la o las opciones correctas.
                  Los niños pensaron que lo que veían en el mar era:
       Una ballena.
        Una lancha.
        Un barco enemigo.
        Un ahogado.

         Se compara el peso del ahogado con:
         El de una vaca.
         El de un muerto conocido
         Ninguna de las anteriores.

       Al limpiar al ahogado, las mujeres notaron que era:
         El más viril.
         El más fuerte.
         El más alto.
         Los problemas que se le prestaron al ahogado fueron:
         No encontraban una cama lo suficientemente grande para él.
         No podían peinarlo.
         No encontraban una mesa sólida para velarlo.

         Según el pensamiento de las mujeres, si el ahogado hubiese vivido en el pueblo en su casa hubiera habido:
         Puertas más anchas, el techo más alto, sillas más fuertes.
         Sillas más fuertes, el techo más alto, piso más firme.
         Puertas más anchas, techo más alto, piso más firme.

        Al ahogado le pusieron:
         Lautaro.
         Estiven.
         Esteban.
         Ninguna es correcta.

       A la gente del pueblo les dolió devolver huérfano al ahogado por eso le eligieron:
         Un padre, una madre, abuelos, primos y tíos.
         Un padre, una madre, primos y tíos.
         Un padre, una madre, hermanos, tíos y primos.
         Ninguna de las anteriores.

Pautas para la entrega del trabajo:
         Debe entregarse escrito a mano, no impreso.

         Única fecha de entrega: jueves 14 de julio.